¿Cómo Daniel Kahneman revolucionó nuestra forma de tomar decisiones?

Dra. M. Carmen Gracia
La Dra. M. Carmen Gracia rinde un tributo a Daniel Kahneman, psicólogo israelí-estadounidense y Premio Nobel de Economía en 2002, quien transformó nuestra comprensión de la toma de decisiones. Junto a Amos Tversky, desarrolló la Teoría Prospectiva, que explica cómo las personas eligen entre alternativas con diferentes niveles de riesgo. Sus investigaciones introdujeron conceptos de psicología en la economía, desafiando la idea del «homo economicus» y demostrando que los seres humanos no siempre actúan racionalmente. Este artículo rinde homenaje a su legado, explorando cómo sus hallazgos sobre los sesgos conductuales y los sistemas de pensamiento impactan nuestras decisiones cotidianas.

El pasado 27 de marzo nos dejaba Daniel Kahenman a la edad de 90 años, psicólogo israelí-estadounidense que dedicó su carrera científico-académica al estudio de la toma de decisiones. Actividad, ésta, que le permitió, junto con su compañero Amos Tversky, desarrollar una teoría psicológica sobre los mecanismos mentales que se utilizan a la hora de tomar decisiones en condiciones de incertidumbre.

Gracias a las ricas aportaciones de los trabajos desarrollados junto a Tversky, Kahneman fue laureado en el 2002 con el Premio Nobel de Economía, convirtiéndose en el primer psicólogo que recibía tan distinguido reconocimiento en el campo de la economía.

La introducción de la psicología en la ciencia económica ha llevado a estudiar el proceso de toma de decisiones desde una perspectiva diferente; desplazando la idea central sobre la que se había desarrollado, hasta entonces, la teoría económica clásica y que ponía su punto de atención en el homo economicus. En su lugar y fruto de la evolución que toda actividad científica comporta, se dibujó un nuevo perfil de los agentes decisores dando lugar al homo sapiens.

Según esta nueva dimensión, entendidos los agentes económicos como homo sapiens, se acepta que los individuos no son plenamente racionales, que no tienen por qué ser conocedores de todas las alternativas posibles a la hora de buscar una solución a un problema y, tampoco tienen por qué ser capaces de obtener una valoración económica de cada una de las alternativas. Los individuos, según esta óptica, pueden cambiar sus preferencias y aplican otras dimensiones, más allá de su capacidad cognitiva, para tomar una decisión.

Pero, ¿qué papel desempeñan los trabajos de Tversky y Kanehman en todo este modelo? Pues bien, una de las teorías en la que se basa el desarrollo de este modelo es la conocida como la Teoría Prospectiva o Teoría de las Perspectivas (Prospect Theory) desarrollada por Daniel Kanehman y Amos Tversky en 1979. La teoría describe el proceso que seguimos las personas cuando hemos de tomar una decisión debiendo elegir entre diferentes alternativas que llevan asociadas un nivel de riesgo.

Tversky y Kanehman enuncian tres principios básicos sobre los que se desarrolla la Teoría de las Perspectivas y que constituye la principal aportación científica al campo de la economía. Estos principios son:

  1. La situación patrimonial inicial de los sujetos resulta irrelevante: según esta teoría, la razón por la cual nos gusta ganar y no nos gusta perder, no depende de nuestra situación inicial o punto de referencia. Esto es así, porque sencillamente, al ser humano se disgusta perder y le agrada ganar. Ganar o perder se analiza desde una perspectiva emocional y va ligada a la aversión a la pérdida.
  1. La sensibilidad a los cambios es decreciente. Esto significa que los individuos no tenemos la misma percepción sobre un nivel de pérdida, dependiendo de la cantidad inicial sobre la que trabajemos. Es decir, no tendremos la misma sensación de pérdida en el caso de pasar de 10.000 euros a 9.900 euros; que en el caso de que nuestra pérdida sea también de 100 euros, pero sobre una cantidad inicial de 200 euros.

Este hecho demuestra que somos capaces de percibir claramente la relatividad de una supuesta pérdida. En el primer caso, invirtiendo 10.000 euros, una pérdida de 100 euros representa el 1% en términos relativos; mientras que en el segundo caso representa una pérdida del 50%.

  1. La diferente percepción de la pérdida y la ganancia. Esta idea se fundamenta en la aversión a la pérdida. Así pues, para el individuo no tiene el mismo impacto perder 100 euros que ganar 100 euros. La valoración subjetiva de obtener una pérdida es mayor que la de obtener una ganancia. Esto se explica dado que una pérdida despierta una sensación negativa, al contrario que las ganancias que despiertan en los individuos una sensación positiva.

Vemos, pues, que los trabajos realizados por Tversky y Kanehman permitieron introducir los términos emoción y percepción en el análisis de la toma de decisiones y suponen conceptos básicos en la Teoria de las Perspectivas. 

Ahora bien, el trabajo desarrollado fue más allá, tratando de identificar las consecuencias que se derivan de aceptar que los seres humanos a la hora de tomar decisiones no respondemos a un modelo cien por cien racional. Este hecho justifica la existencia de los denominados sesgos conductuales que se ponen de manifiesto en el proceso decisional. Estos sesgos nos abocan a tomar decisiones que no responden a criterios racionales.

Pero, ¿cómo se entiende que se produzcan estos sesgos? ¿qué mecanismos mentales lo permiten? En este sentido, Kanehman en su libro Pensar rápido, pensar despacio, adopta los términos propuestos por los psicológos Keith Stanovich y Richard West, haciendo referencia a dos sistemas de la mente. Nos referimos al denominado Sistema 1 y Sistema 2. Los dos desempeñan roles muy diferentes en el proceso de toma de decisiones, pero al mismo tiempo, podemos decir que son como las dos caras de una misma moneda.

Comencemos por presentar el Sistema 2, que se caracteriza por un pensamiento analítico, consciente y racional, ligado a creencias y principios. Este sistema decide qué pensar y qué hacer. En esencia es un pensamiento lento.

El Sistema 1, por su parte, se caracteriza por llevar a cabo operaciones automáticas, y es un sistema en el que se ponen de manifiesto impulsos, impresiones y sentimientos. Un sistema dominado por una fuerte carga emocional de funcionamiento rápido.

El Sistema 1 está preparado para extraer conclusiones basándose en evidencias que, por un efecto de confianza, nos parecen adecuadas y suficientes. Kanehman demoninó este efecto como “ilusión de validez”; es decir, sin más análisis damos por buena y fiable una determinada información que percibimos para tomar decisiones. 

El funcionamiento de nuestra mente es la que da lugar a la existencia de sesgos conductuales, que nos abocan a tomar decisiones que no responden a criterios de racionalidad. Una de las aportaciones de Kanehman fue la identificación de los sesgos conductuales que se producen como consecuencia del funcionamiento del proceso mental de toma de decisiones.

La identificación de los sesgos a los que estamos expuestos resulta de gran interés para poder hacer frente a este mecanismo que nos lleva a asumir un riesgo en el proceso de decisional. En palabras de Kanehman, resulta muy difícil eliminar los sesgos, pero, sí que se pueden diseñar estrategias o mecanismos para mitigarlos. 

Daniel Kanehman nos deja un rico legado científico, en el que destaca la Teoría de las Perspectivas, aceptando que en el proceso de toma de decisiones se producen sesgos conductuales, consecuencia del proceso mental que se sigue. Revolucionó, desde la psicología, la visión de la toma de decisiones en la ciencia económica.

Sirvan estas líneas como un humilde homenaje a su obra.

Dra. M. Carmen Gracia

Colaboradora de IGEMA Business School

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